es miércoles y salgo a las cuatro y media como un rayo de currar. el sr. paniagua me está esperando en casa, dispuesto a apretarse un doner gordo como tus muslos y poner rumbo a la ciudad de los porros y las putas: amsterdam
siguiendo las indicaciones de google maps y de la juli (un navegador que insiste en que sigas indicaciones que eran correctas… hace cinco años) de cualquier forma, mirar los carteles de la carretera ayuda un montón y hace el viaje mucho más distendido. aparcamos relativamente cerca del OCCII, nos dejamos la vida en monedas para pagar el parking (sí, en amsterdam hay que pagar parking hasta las doce de la noche, a razón de cojón de obispo por hora) y preguntando, llegamos a la puerta del local. el OCCII es una casa ocupa donde se organizan los mejores conciertos de amsterdam, ahora que de diepte está cadaver. el local está bien, no es muy grande, el escenario está al fondo y según entras te pilla la barra a la derecha y a la izquierda, sentado en un taburete alto, hay un jipi que nos cobra los seis ecus de la entrada y nos marca con un borrón de tinta. a pesar de las señales de prohibido fumar, el menda se está apretando un canelo de los de hacer contrapeso para no caer de bruces.
abren tres tipos, guitarra, batería y voz, que al segundo acorde ya me han aburrido sobremanera. muestra de que no todo lo que suena lo-fi es una joya. esto era una verdadera y total mierda. y eso que en el miespacio conseguimos escuchar dos canciones seguidas…
a continuación montan los trastos tyvek (o como quiera que se llamen ahora. en el cartel, desde luego que ponía tyvek…). mientras montan, nos percatamos de que hay poca gente en el escenario. me suenan dos caras de las tres que andan trayendo trastos al podio, pero echo de menos lo menos tres más. al final del concierto le pregunto a kevin y me dice que esta es la formación con la que han venido a girar pero no deja claro el motivo del cambio: económico, problemas personales... hablar con él es tener la sensación constante de estar hablando con woodie allen pero con gafotas. el tipo es nervioso, habla entrecortadamente, sonriendo nervioso, incipiente calva, mueve maniático las manos, gesticula sin parar, pero le sale la amabilidad a chorros por las orejas. me hubiera gustado haberle dado algo más la paliza, pero nadie tiene por qué sufrir por mi a veces inusitada curiosidad por las pijadas más triviales.
los tres tyveks se plantan en el escenario y empiezan bastante renqueantes. también la vez que los vimos en memphis empezaron bastante renqueantes, como si no tuvieran ganas. a mi me da la sensación de que ellos no son conscientes de lo que hacen, de que algo pasa cuando tocan, algo que va más allá de su entendimiento, algo que les empuja a sonar como lo hacen. pero en un principio ellos solo se ponen delante de sus instrumentos y los tocan como pueden. y ya está. solo tras unos minutos, “eso”, algo, se pone en funcionamiento y la aparente desgana se torna en descontrol controlado o llámaenlo ustedes cómo quieran, y de nuevo la magia vuelve a ocurrir. los tres músicos, tras esos minutos de desconcierto, parecen alcanzar una compenetración para nada perfecta, se siguen los unos a los otros justo por los pelos, parece que la cosa está a punto de acabar en un caos en cualquier momento cada uno va a tirar por su lado y nosotros nos vamos a volver locos. pero ese caos no llega nunca, siempre consiguen mantener la cosa dentro de los límites. por los pelos, pero al final todo tiene sentido, ritmo, y hasta melodía si me apuras. y es ese casi caos y por supuesto una colección de canciones alucinantes lo que hacen que otra vez más nos descolluntemos el cuello a ritmo de needles drop, frustration rock, y un honda que se marcaron para cerrar velada en el que parece, por momentos, que saben lo que están haciendo. me pasé la mayor parte del concierto preguntándome si con el batero sentado, no sonarían más contundentes, solo para llegar a la conclusión de que, primero no necesitan sonar más contundentes, y segundo, el día que pierdan esa sensación de cercanía al caos, perderán casi todo su valor y frescura. imagino que lo mismo pasará con las camisas de delfines que lleva puesta el baterista. el bajo en este viaje lo hace un tipo con un órgano. hace los graves y de vez en cuando, se marca alguna floritura con la mano derecha. empieza también un poco frío, pero en dos minutos ya está inclinándose contra el teclado y al final acaba dándole manotazos y bailando al ritmo. eso cuando no está de rodillas totalmente encaramado sobre la mesa que sujeta el maltrecho teclado.
tras breves instantes, cheveu ya han montado su tinglado y están preparados para darnos lo nuestro. no tardan mucho en montal sus cacharros, porque no usan una batería normal (bueno, ni anormal: no usan batería), y la mesa con aparatos del tipo que lleva el peso musical de cheveu ya está montada incluso antes de empezar el primer grupo a tocar. a pesar de todo, todavía tienen alguna dificultad durante la primera canción, y lo atañen al hecho de haberse perdido en el camino desde alemania y haber llegado por los pelos a amsterdam. de cualquiera de las maneras, a mi me han vendido la moto desde el minuto uno. da igual que no todo suene 100% compenetrado, ya se puede intuir lo que nos espera y yo tengo ganas de ello. el peso del grupo lo lleva el tipo sentado en la oscuridad con un par de mesas llenas de teclados, pedales y potenciómetros que maneja con presteza, firmeza y saber hacer. él es el jefe de los ritmos, la velocidad y los bajos. la melodía corre de mano del guitarrista, calvorota y gordoncho, pero que no para quieto ni un minuto y se mueve maniáticamente rascando su guitarra sin descanso. parece increible el cuerpo que le da al resultado final el sonido de (solo) una guitarra y el tipo es un mago creando y colocando melodías a ese caos rítmico que usan como base. el cantante se planta delante de nosotros, con su mesa con aparatos y tres micros con los que juega constantemente. uno lo usa como cualquier cantante de cualquier grupo. con el otro se graba y luego re-escupe lo grabado en forma de loops. con el tercer micro se dedica de vez en cuando a deformar sus voces alargándolas y o distorsionándolas a su antojo. cuando se mete en la canción, le chilla al micro con todas sus fuerzas y las venas del cuello y de la cara parece que van a salir disparadas. entenderle lo que dice ya sería la hostia.
no parece que lleven un orden establecido de canciones, ya que al final de cada una, debaten durante unos segundos cuál va a ser lo siguiente que van a tocar. todavía tienen algún que otro momento de duda, donde los tres cheveus se miran con asombro intentando entender qué es lo que está fallando, pero en general se nota que llevan mucho tiempo tocando juntos porque sin mirarse siquiera, eso suena como un cañón. al final de cada canción. el cantante levanta la cabeza, nervioso. como si estuviera avergonzado de lo que acaba de hacer, pide con la mirada la aprobación del público. y cuando aplaudimos rendidos ante lo que acabamos de presenciar, se le escapa una sonrisa incrédula, como la de un niño que acaba de cometer una travesura, que demuestra toda su satisfacción. y la nuestra.
maandag 11 mei 2009
tyvek & cheveu. 22 abril 2009. OCCII amsterdam
Gepost door poodlebites op 07:59
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1 opmerking:
Muy bien todo, oiga.
Incluso el paseo doble a echarle dinerico al corsita.
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